Teniendo en cuenta los nuevos usos digitales donde reina de manera masiva la gratuidad, resultaba ambicioso conseguir que el público estuviese dispuesto a pagar de manera inmediata por contenidos poco conocidos. Por otro lado, queríamos (re)construir una red que permitiese dar vida, también en el mundo físico, a la lógica de compartir, de conocerse, de descubrir, de diversidad en términos culturales. 1D touch se destina por lo tanto a estructuras acordes con estos objetivos, que deciden pagar suscripciones para después ofrecérselas a sus usuarios y clientes.
Es decir que el acceso al servicio se hace a través de una suscripción que pagan los sitios que forman parte del proyecto (bibliotecas, salas de conciertos, comités de empresa…) para sus miembros, lo que hace que 1D touch sea una plataforma « reservada » ya que invitamos a los usuarios a acercarse de nuestros lugares asociados para poder inscribirse.